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sábado, 10 de noviembre de 2012

El Particular Ego del Escritor




En los albores de la Era Virtual, con más de cien millones de Hosts o computadoras centrales conectadas a internet, escribir está en la mano de cualquiera con voluntad de hacerlopublicar al alcance de casi todos los escritores, y ser leídos sólo es privilegio de aquéllos elegidos. Navegando entre los postes literarios del ciberespacio es relativamente accesible para los lectores descubrir información sobre un Escritor, nominado o no, casi tan fácil como observar su particular Ego, o detectar el alcance de su talento sin terminar de leerlo. 

El particular ego del escritor per se le lleva a considerarse merecedor del éxito sólo por cruzar el caudaloso Amazon-as anhelando encontrarse con El Dorado, algo reservado a un César como Julio cuando pronunció ante el Senado su célebre frase: veni, vidi, vici (llegué, vi, vencí), tiempo después de atravesar otro río bastante más estrecho como el Rubicón. O a uno de mis conocidos, Pepe Navarro, menos popular que el general romano, haciendo lo propio cada noche de un jueves con el Mississippi

Ese ego tan especial les conduce a no leer nada que no lleve su firma, considerando como competidor todo aquel capaz de componer frases siguiendo renglones más o menos torcidos. Ignorando la atribución a cada agente interviniente en la Producción de Libros de su correspondiente parcela, dentro de los límites acotados por el Gran Río. Y es que la globalización del ciberespacio ofusca nuestro entender confundiendo alguno de los conceptos elementales de este mercado. A mi modo de ver la frontera amazónica separa los autores del inmenso Bazar Electrónico en dos grandes grupos: los editados y los autopublicados. Cada uno de éstos susceptible de subdivisión, pero esta harina es de otro costado. 

La cuestión realmente crucial consiste en entender que esas Grandes Fábricas de Libros conocidas como Editoriales, como es lógico y natural, cada vez toman mayor protagonismo en el Bazar Electrónico. Y que el resto, los Obreros autónomos de Libros, que enredamos el espacio como autopublicados, estamos condenados a cooperar en busca del bien común, o ponernos en manos de un agente que nos represente, dejando la competencia como algo inherente a la libertad de mercado. Como muestra no desaprovecharé ocasión escogiendo algunos botones representativos de ambas opciones. 

Iniciativas como la de  Marlene Moleon ofreciéndonos la posibilidad de promocionar nuestros libros durante la Feria de Miami en el Stand de Eriginal Books o como la de Eduardo Perellon manejando su twitter son muy de agradecer y dignas de corresponder devolviéndole de alguna forma el mismo bien que nos hace. Por otra parte también me gustaría destacar el importante papel hecho por agencias de representación literaria como Letras Propias ejerciendo una labor de engarce entre obreros y fábricas

Nada serían las Ligas Mayores si no existiera competición entre multitud de ligas menores, donde los ojeadores pueden elevar hasta el Olimpo del triunfo los talentos emergentes con ilusión de hacer valer al público lector su Particular Ego.
 
www.anonimo-onanista.com