sábado, 20 de octubre de 2012

¿Hay vida más allá de la Red?

 

Cuando vives fuera del mundo virtual no cuestionas la existencia de fronteras con el mundo tangible, solo cuando caes atrapado en la red de redes empiezan las preguntas y surgen dudas sobre las respuestas. ¿Merece la pena?  

Con los ojos cerrados deberíamos responder afirmativamente: Claro que merece la pena. Sin embargo conviene tener presente cuáles son los confines delimitativos de ambos mundos armonizando su coexistencia. A tal efecto nada tan recurrente como la etimología de las palabras contribuye mejor facilitándonos el esfuerzo

Los romanos decían que la voluntad férrea de realizar algo aunque no se lograra, era en sí misma constitutiva del virtus. De este término latino proviene el adjetivo virtual, si bien hoy en día, primando la acepción derivada de la óptica geométrica, se equipara antes con lo aparente que con lo real. Enfatizando la dualidad de las vivencias derivadas precisamente de cada mundo (virtual/tangible) hasta el punto de constituir dos realidades surgidas en paralelo. ¿Pero hasta que punto una realidad toma fundamento en la otra? 

Es inconcebible un mundo virtual surgido de la nada, por ello podemos afirmar que toma su fundamento del mundo tangible. Ahora bien como Aristóteles nos enseñaba, «la virtud es el justo medio entre dos defectos», y más recientemente la física moderna cuando formula el principio de las fuerzas virtuales pone énfasis sobre una magnitud condicionante del mundo tangible inexistente en el virtual: el tiempo. Es decir, en el mundo tangible nada acontece sin el transcurso del tiempo.

Con un simple experimento podemos comprender como se produce la intersección entre las vivencias. Colocamos una video cámara mientras nos afeitamos/depilamos contemplando nuestra imagen en el espejo del baño, si todo transcurre con normalidad la paz reinará entre los mundos y la imagen registrada coincidirá con la reflejada. En cambio si cometemos un error y nos cortamos, el mundo tangible no nos permite manipular la filmación retrocediendo en el tiempo eliminando la secuencia del corte.

Cuando pasamos la mayor parte de nuestro tiempo escribiendo, o promocionando nuestras publicaciones digitales, corremos el riesgo de olvidarnos de vivir sin considerar los impedimentos de rectificar efectuando una analepsis (escena retrospectiva, flashback en inglés) de nuestra vida.

 

 

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